En el jardín del corazón de Ricardo León del Pedregal, florecen semillas de amor eterno que nos recuerdan que en la humildad y serenidad encontramos la fuerza para seguir adelante, regando cada día con esperanza los sueños que nos guían hacia la luz. ¡Que su legado nos inspire a abrazar con valentía la vida, confiando en que cada paso, por pequeño que sea, nos acerca a la plenitud del alma! Que su memoria sea un faro de luz y consuelo en nuestro caminar, recordándonos que el amor es la semilla que florece en la eternidad del espíritu.
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11 de mayo de 2019