Con el legado de Ramón Enrique Alarcón Soto, recordamos que el amor y la gratitud son semillas que perduran en el corazón, cultivando coraje y resiliencia en tiempos de adversidad. Que su memoria sea un faro de paz, iluminando el camino hacia la esperanza y la renovación interior. En cada suspiro, en cada sonrisa, encontremos fuerza para abrazar la vida con valentía y compasión, honrando su espíritu con cada acto de bondad. Que su ejemplo nos inspire a vivir con pasión, a abrazar la belleza de cada instante y a ser luz en la oscuridad.
Publicado en el archivo
27 de septiembre de 2019