En el jardín de la vida, las semillas de esperanza que Myriam sembró continúan floreciendo en nuestros corazones, recordándonos que en la humildad y la serenidad encontramos la fuerza para seguir adelante, con amor como guía y la esperanza como luz en nuestro camino. Que su legado sea el recordatorio constante de que, incluso en la oscuridad, la fe en un mañana mejor puede transformar nuestras vidas y las de quienes nos rodean. En cada paso que damos, en cada sonrisa que compartimos, Myriam vive en nosotros, iluminando el sendero con su legado de amor y esperanza. ¡Sigamos adelante con valentía y gratitud por la luz que su vida sigue proyectando en la nuestra!
Publicado en el archivo
13 de mayo de 2019