En el jardín de la vida, el amor de Matilde López de Aresti florece eternamente, regando con coraje y resiliencia cada semilla de esperanza. Su legado de gratitud nos inspira a abrazar cada amanecer con valentía, recordando que en la serenidad de los recuerdos encontramos paz. Que su luz guíe nuestros pasos en la oscuridad, recordándonos que el amor perdura más allá de la despedida. En su memoria, aprendemos que el amor es eterno, y que cada latido del corazón es un tesoro de bondad compartida. Que su esencia perdure en nosotros, como un faro de esperanza en la noche.
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13 de marzo de 2024