En el suave murmullo del viento, Mariana vive eternamente, su luz abrazando nuestros corazones con amor infinito. Que su coraje sea nuestro ejemplo, su resiliencia nuestra fuerza. Agradezcamos cada amanecer con gratitud por la vida y abracemos la paz que ella nos enseñó a valorar. Con cada paso, recordemos su espíritu valiente que nos susurra al oído: la esperanza nunca desaparece, solo se transforma. En cada lágrima, en cada sonrisa, en cada latido, su legado perdura, recordándonos que el amor siempre prevalece. ¡Adelante, con fe y amor en el corazón!
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22 de febrero de 2020