En el jardín de la vida, las flores más hermosas son aquellas que han sido regadas con lágrimas de amor y cultivadas con paciencia y gratitud. Que el camino de María Virginia Guajardo Montoya ilumine nuestros corazones con la humildad y serenidad de sus pasos, recordándonos que en cada pétalo marchito hay semillas de esperanza que esperan florecer con nuestra fe inquebrantable. Que su legado nos inspire a abrazar la vida con amor y gratitud, sabiendo que cada instante es un regalo valioso que merece ser vivido con plenitud y alegría.
Publicado en el archivo
26 de mayo de 2019