En el jardín del recuerdo, florece la semilla del amor eterno sembrada por María Olga Morales Morales. Su coraje brillante, su resiliencia imparable y su gratitud infinita nos susurran al alma que la vida es un regalo precioso que hemos de atesorar. En el abrazo del tiempo, encontramos la paz que nos invita a seguir adelante con esperanza y valentía. Que la luz de su espíritu guíe nuestros pasos, recordándonos que el amor perdura más allá de la distancia, que la esperanza es un faro en la oscuridad y que la vida es un tesoro efímero que merece ser vivido con intensidad y gratitud.
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22 de agosto de 2019