Con el amor que María Isabel irradiaba, recordemos su coraje, gratitud y paz. Sigamos adelante con resiliencia, llevando su luz en nuestros corazones. Cada amanecer nos regala la oportunidad de abrazar la vida con esperanza y bondad. En cada pequeño gesto, honremos su legado, sembrando semillas de amor y compasión. Que su espíritu nos acompañe en nuestros desafíos, recordándonos que en la oscuridad siempre brilla una estrella de esperanza. Juntos, con valentía, sigamos el camino con la certeza de que el amor perdura más allá de la distancia.
Publicado en el archivo
11 de julio de 2019