Que la memoria de María Eugenia Montero Merino sea faro de amor inquebrantable, brújula de coraje incansable y escudo de resiliencia inquebrantable. En su legado palpita la gratitud por cada instante vivido y la paz que solo el amor verdadero puede otorgar. Sigamos adelante con el corazón lleno de sus enseñanzas, con la mente abierta a nuevas posibilidades y con el alma fortalecida por el recuerdo de su luz. Que su espíritu nos acompañe en cada paso, recordándonos que el amor perdura más allá de la distancia y que la esperanza siempre renace.
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4 de mayo de 2020