En el jardín de la vida, las flores de amor y esperanza que María Elena sembró seguirán floreciendo en nuestros corazones, recordándonos que la humildad y la serenidad son semillas que perduran para siempre. Que su luz siga iluminando nuestro camino, recordándonos que en cada amanecer hay un nuevo comienzo lleno de posibilidades. Sigamos adelante con valentía y compasión, sabiendo que su legado de bondad vive en cada gesto de amor que compartimos. Que su memoria sea un faro de esperanza que nos guíe en los momentos de oscuridad, recordándonos que el amor siempre prevalece.
Publicado en el archivo
16 de abril de 2019