En el jardín de la vida, María Angélica sembró semillas de amor y coraje que hoy germinan en nuestros corazones. Que su ejemplo de resiliencia nos guíe en momentos de tribulación y que su luz siga iluminando nuestro camino con gratitud y paz. Recordemos que en cada latido late su legado de bondad y esperanza, y en cada suspiro susurra un mensaje de fortaleza y amor inquebrantable. Sigamos adelante con la certeza de que su memoria perdurará en nosotros, transformando la tristeza en gratitud y la oscuridad en un resplandor de luz eterna.
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11 de agosto de 2019