En el suave abrazo del recuerdo, el amor de María Alejandra brilla como faro de esperanza, iluminando caminos con coraje y calidez. Su resiliencia nos inspira a abrazar cada día con gratitud, sabiendo que en la memoria perdura su luz, guiándonos hacia la paz interior. Que su ejemplo nos recuerde la belleza de la vida, impulsándonos a abrazar con valentía los desafíos y a contemplar con serenidad el futuro. En cada latido de nuestro corazón, su legado perdura, recordándonos que el amor es eterno y que la esperanza nos sostiene en el sendero de la vida.
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7 de agosto de 2019