En el legado de Juan Rodolfo Durán Santander, encontramos un canto de amor que trasciende el tiempo, una melodía de coraje que desafía la adversidad y una danza de resiliencia que florece en la oscuridad. Su luz perdura en nuestros corazones, recordándonos la belleza de la gratitud y la serenidad de la paz interior. Que su espíritu guíe nuestros pasos, infundiendo esperanza en cada amanecer y fortaleza en cada anochecer. En su memoria, aprendemos que el amor es eterno y que la vida, con todas sus facetas, es un regalo precioso digno de ser celebrado.
Publicado en el archivo
6 de agosto de 2019