Recordemos siempre a Juan Augusto Abarca Rubio como un faro de humildad y serenidad en medio de la tormenta, inspirándonos a seguir adelante con amor y esperanza, pues su luz perdurará en cada corazón que toque, recordándonos que incluso en la oscuridad más profunda, el brillo de nuestra bondad puede guiar a otros hacia la paz. Que su legado nos enseñe a abrazar la vida con valentía y gratitud, sabiendo que cada paso que damos con amor en nuestro ser, es un tributo a su espíritu eterno. ¡Sigamos el camino, con la luz de Juan iluminando nuestro sendero!
Publicado en el archivo
15 de mayo de 2019