Que la luz del amor que José Antonio Rozas Lorca sembró en cada corazón perdure como un testimonio de coraje y resiliencia. En medio de la pérdida, encontramos la fuerza para abrazar la gratitud por los momentos compartidos y la paz que trae consuelo. Que la llama de la esperanza siga ardiendo, recordándonos que cada acto de bondad y cada gesto de amor construyen un legado imborrable. Sigamos adelante con valentía y compasión, honrando su memoria con la certeza de que el amor perdura más allá de lo tangible, guiándonos en el camino hacia la luz.
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3 de julio de 2019