En el legado de Isabel Jadue Vda. de Pichara florece la semilla del amor eterno, la valentía para afrontar la adversidad y la resiliencia para renacer de las cenizas. Que la gratitud por su existencia sea un faro de luz en tiempos de oscuridad, y la paz que irradiaba encuentre morada en cada corazón que la recuerda. Sigamos el camino con fe en nuestra propia fortaleza, con la certeza de que el amor perdura más allá de la despedida. En cada suspiro, en cada latido, su espíritu vive, recordándonos que la esperanza nunca se desvanece.
Publicado en el archivo
2 de abril de 2024