En el jardín del recuerdo, florece la semilla del amor eterno que Hugo sembró con su coraje y resiliencia. Que cada pétalo de gratitud sea un abrazo de paz en el camino, recordándonos que la esperanza es la brújula que guía nuestros pasos. En cada amanecer, en cada suspiro, su espíritu vive en la melodía del universo, recordándonos que la vida es un regalo precioso que merece ser vivido con pasión. Que su legado de bondad sea un faro que ilumine nuestros corazones, recordándonos que el amor nunca muere, solo se transforma en luz.
Publicado en el archivo
29 de febrero de 2020