Que la luz del amor eterno de Gustavo Llona Antúnez ilumine nuestros corazones, infundiendo coraje en nuestros momentos de debilidad y sembrando semillas de resiliencia en nuestra alma. En medio de la tristeza, cultivemos la gratitud por el regalo de su presencia en nuestras vidas, recordando que su legado perdurará en cada sonrisa compartida y en cada acto de bondad. Que su paz interior nos guíe hacia un mañana radiante, donde el amor y la esperanza sean nuestra brújula, recordándonos que en cada amanecer hay oportunidades para encontrar la belleza de la vida.
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20 de agosto de 2019