En cada amanecer, recordemos con gratitud a Fernando Vicente Cordero Rusque, guiándonos con su coraje y amor inquebrantables. Su legado nos enseña que la resiliencia y la paz interior son faros de luz en nuestro camino. Sigamos adelante, abrazando cada momento con esperanza y compasión hacia nosotros mismos y los demás. En cada sonrisa hallamos un destello de su espíritu eterno, recordándonos que el amor trasciende todas las fronteras. Que su memoria sea un recordatorio constante de que, incluso en la oscuridad, la luz del amor nunca deja de brillar.
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25 de enero de 2020