Que la luz del amor eterno que Erika irradiaba siga iluminando nuestros caminos, recordándonos la importancia de la gratitud y la resiliencia. Su coraje nos inspira a seguir adelante con valentía, abrazando cada instante con amor y paz en nuestros corazones. Que su paso por este mundo nos enseñe a valorar la vida y a apreciar la belleza de cada amanecer. Que su memoria sea un faro de esperanza, guiándonos en los momentos de oscuridad, recordándonos que el amor verdadero nunca muere, sino que perdura en el alma de aquellos que lo recibieron.
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8 de febrero de 2020