En honor a Claudio Oviedo Arriagada, recordemos que en el tejido de la vida, el amor y la gratitud son hilos que nos sostienen en momentos de oscuridad. Con coraje y resiliencia abracemos la esperanza, nutriendo así nuestra alma con la paz que solo el tiempo y la fe pueden brindar. Cada latido es un recordatorio de que en la fragilidad se esconde la fortaleza, y en la tristeza la semilla de la alegría. Sigamos adelante con humildad y valentía, sabiendo que el amor que compartimos con aquellos que partieron nos acompaña eternamente.
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30 de abril de 2020