En el rincón más profundo de nuestro ser, florece la semilla del amor que Carmen sembró con su bondad inquebrantable. Que su recuerdo sea la brújula que guía nuestros pasos, recordándonos el coraje de abrazar la vida con gratitud y esperanza. En cada amanecer, en cada suspiro, en cada abrazo, encontremos la fuerza para seguir adelante, nutriéndonos de la resiliencia que nos enseñó a cultivar en los momentos más oscuros. Que su luz perdure en nuestros corazones, recordándonos que la paz se halla en la aceptación de lo que fue y la esperanza de lo que será.
Publicado en el archivo
24 de enero de 2020