En el legado de Andrés Ureta Fernández, encontramos un tesoro de amor y coraje que ilumina nuestro camino con resiliencia y esperanza. Su vida fue un recordatorio de la gratitud inquebrantable y la paz interior que podemos cultivar en medio de las tormentas. Que su memoria nos inspire a abrazar con valentía cada día, a amar con intensidad y a perseverar con fe en el futuro. En los momentos de silencio, encontremos su luz brillando en nuestros corazones, recordándonos que la vida es un regalo precioso que merece ser vivido con pasión y propósito.
Publicado en el archivo
12 de diciembre de 2019