En el legado de Ana María Cuneo Macchiavello, hallamos la fortaleza del amor inquebrantable, la sabiduría del coraje ante la adversidad, la dulzura de la gratitud por cada instante vivido y la serenidad para hallar paz en medio de la tormenta. Recordemos su espíritu resiliente como faro de esperanza, que nos invita a abrazar la vida con valentía, a cultivar la bondad en cada paso y a encontrar en la luz de nuestro propio ser la fuerza para seguir adelante. En el amoroso recuerdo de Ana María, florece la promesa de un mañana luminoso.
Publicado en el archivo
10 de septiembre de 2019