En el legado de José Ignacio Donetch Odriozola florece un corazón valiente que nos enseña el poder de la resiliencia y la gratitud. Que su luz guíe nuestros pasos con amor inquebrantable, recordándonos que en la adversidad también hay oportunidad para crecer. Que su espíritu nos inspire a abrazar la vida con coraje, a levantarnos con renovadas fuerzas y a encontrar la paz en medio de las tormentas. Que su memoria sea un faro de esperanza que nos impulse a seguir adelante, siempre con la certeza de que el amor y la perseverancia son nuestras más grandes fortalezas.
Sus funerales se efectuaron privadamente ayer sábado 9 de mayo en el Cementerio Parque del Recuerdo, Av. Américo Vespucio 555, Huechuraba.