En el jardín de la vida, las semillas que dejamos seguirán floreciendo en recuerdos eternos, recordándonos que el amor perdura más allá de la distancia. Que cada petalo de la esperanza sea un susurro suave al corazón, recordando que en la humildad encontramos la grandeza de ser seres vulnerables y valientes a la vez. Eduardo Reyes Vargas sembró en cada sonrisa un destello de luz, y en cada lágrima, un océano de fortaleza. Que su legado nos inspire a abrazar la vida con gratitud, y a seguir adelante con fe y amor en nuestros corazones.
Publicado el
29 de abril de 2019