En el legado de Antonio Alejandro Aldunate Cavada perdura un eterno canto de amor que ilumina nuestros corazones con coraje y gratitud. Su vida fue un testimonio de resiliencia y esperanza, recordándonos que en cada amanecer hay una nueva oportunidad para abrazar la paz interior. Sigamos adelante con la certeza de que el amor es el hilo que une nuestras almas, y que la esperanza es el faro que guía nuestros pasos. Que su memoria nos inspire a vivir con ternura y valentía, honrando su legado con cada acto de bondad y compasión que sembremos en el mundo.