En el jardín de la vida, cada flor que florece es un tributo al amor inquebrantable que Carlos Fabres Gutiérrez sembró en el mundo. Que su coraje y resiliencia sigan iluminando el camino, recordándonos que la gratitud transforma cada paso en una danza de esperanza. Que en los momentos de silencio, encuentren la paz que anhelan, sabiendo que su legado perdura en cada corazón que ha tocado. Que la vida sea un lienzo donde pinten sueños con colores de amor y valentía, cultivando la semilla de la esperanza eterna.
Osvaldo Rivas M. y Soledad Aguirre