En el legado de Carlos Gómez Rogers encontramos un faro de amor que ilumina nuestros caminos, un eco de coraje que nos impulsa a seguir adelante, una semilla de resiliencia que germina en nuestros corazones, una melodía de gratitud que nos conecta con lo esencial y una brújula de paz que nos guía en medio de la adversidad. Que su memoria sea un recordatorio constante de la belleza efímera de la vida y de la fuerza interior que todos llevamos dentro. Sigamos nuestro camino con el alma llena de amor y esperanza.