En el legado de Carmen Antonia Pérez Sotomayor perdura un reflejo radiante de amor inquebrantable, una fuerza valiente que trasciende la adversidad. Su ejemplo nos invita a abrazar la resiliencia con gratitud, a sembrar semillas de esperanza en cada sendero que recorremos. Que en su memoria encontremos la paz que anhelamos, nutriendo nuestros corazones con la luz de su legado. Que cada paso que damos esté impregnado de su eterno espíritu, recordándonos que en medio de la oscuridad siempre habrá un destello de amor y coraje que nos guiará hacia un nuevo amanecer.
Sus funerales se efectuaron ayer lunes 9 de septiembre en el Cementerio General.