En el suave susurro del viento y en el cálido abrazo del sol, encontramos la luz que Isabel Ateaga de Mujica nos dejó. Que su amor nos inspire a abrazar la vida con coraje, a cultivar la resiliencia en la adversidad, a sentir gratitud por cada instante y a buscar la paz en nuestro interior, transformando su memoria en un faro de esperanza eterna.
Los invitamos a rezar en su memoria.