Que la luz del amor eterno que Daniel Fernando Toro Foncea compartió con el mundo ilumine nuestros caminos, infundiendo en nuestros corazones coraje para enfrentar las adversidades, resiliencia para levantarnos más fuertes y gratitud por los bellos momentos compartidos. En su memoria, recordemos que en cada atardecer hay esperanza, en cada sonrisa hay paz y en cada abrazo hay consuelo. Que su legado de amor y bondad nos inspire a seguir adelante con fe en el mañana y un profundo agradecimiento por el regalo de la vida.