En el jardín del recuerdo, donde las rosas bailan al viento y los susurros del alma perduran, el legado de Macarena García-Huidobro florece eternamente. Su luz perdura en cada corazón que acarició con amor y bondad, inspirando coraje, gratitud y paz en medio del dolor. Que su memoria sea un faro de esperanza, recordándonos que en la resiliencia encontramos fuerza para abrazar la vida con valentía y gratitud. Que su espíritu nos guíe a través de las sombras, recordándonos que incluso en la oscuridad, la luz del amor nunca se apaga.
Amigas Monjas Inglesas