En la suave brisa de la memoria, el amor eterno de Carlos David Ward Duncan nos susurra: que cada paso en la vida sea como una semilla de esperanza plantada con humildad, floreciendo en serenidad y amor infinito. Que su luz guíe nuestros corazones, recordándonos que en cada amanecer hay una nueva oportunidad para abrazar la vida con gratitud y valentía. Que su legado de bondad y compasión nos inspire a ser faros de esperanza para quienes nos rodean, recordándonos que en la oscuridad siempre habrá un destello de luz esperando ser descubierto.