En memoria de Enrique Munita Ibáñez, recordemos que en cada corazón late el amor inquebrantable que nos une. Hagamos del coraje nuestra bandera, de la gratitud nuestro faro y de la resiliencia nuestra fortaleza. Que la paz sea nuestro refugio y la esperanza nuestro motor. En cada amanecer, encontremos la fuerza para abrazar la vida con valentía y compasión. Recordemos que, aunque las lágrimas broten, también lo hace la luz que nos guía hacia la calma. Sigamos adelante, honrando su memoria con cada paso que damos, tejidos de amor y esperanza.
Acompañamos con mucho cariño a Alejandra, Enrique y niños con la esperanza de la resurrección.
Al cumplirse diez años de la partida de
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