En el legado de María Elena Araya Villarroel encontramos amor en cada sonrisa, coraje en cada desafío, resiliencia en cada prueba. Que su luz guíe nuestros pasos, recordándonos la gratitud por los momentos compartidos y la fortaleza para seguir adelante. En su memoria, cultivemos la paz en nuestro interior, permitiendo que florezcan nuevas esperanzas y sueños. Que su ejemplo de bondad perdure en nuestro corazón, inspirándonos a vivir con autenticidad y compasión. Recordemos que cada día es una oportunidad para sembrar amor y cosechar alegría.