Que la luz del amor eterno que emanaba de Alejandro ilumine nuestros corazones, inspirándonos a abrazar con coraje cada día, a cultivar la resiliencia en los momentos difíciles, a ser gratos por el tiempo compartido y a encontrar paz en los recuerdos. Que su legado de bondad nos guíe por caminos de esperanza y nos recuerde que, aunque las lágrimas broten, en el horizonte siempre brilla una nueva oportunidad de amor y alegría. Que su espíritu perdure, recordándonos que el amor verdadero nunca muere, sino que se transforma en eterna presencia en nuestros corazones.
Generación 1993 Colegio Huelén