En el legado de Eduardo Jorge Costa Aranda, encontramos lecciones de amor inquebrantable y coraje indomable. Su memoria nos invita a abrazar la resiliencia y agradecer cada instante de vida con gratitud sincera. Que su voz sea nuestra guía para seguir adelante con paz en el corazón, recordando que en cada desafío reside una oportunidad para crecer y brillar. En honor a su luz, elevemos nuestros sueños con determinación y abracemos el mañana con esperanza renovada. Que su espíritu nos inspire a vivir con pasión y a recordar siempre que el amor es eterno.